Friedrich Nietzsche

"El Hombre a solas consigo mismo sólo tiene una vía de escape: la del peregrino que siempre se aleja un poco más del desierto de la realidad." F. Nietzsche.

"El hombre es un abismo, da vértigo mirar en él." Wozzeck

domingo, 27 de noviembre de 2011

Noviembre: ¡no más simulacros!

Creo en el presente,
en su imaginaria verdad,
creo en las miradas,
en las casualidades.
Me gusta la lluvia en la mañana,
el frío de montaña.
Mi mundo imaginario,
quedarme la tarde en la cama
y mi gato maullaba.

No quiero un Bécquer prefiero a Debravo
y me cuesta creerme la esperanza.
No te rindas en Abril,
mayo ya es pasado.
Octubre rápido se fue y
Noviembre... en noviembre
se confunden simulacros y el frío congela
algo más que las manos.

Es el espíritu.

Está rezado,
está rogando,
por la ilusión
que mayo se llevó.

Mi mente registraba
cada vibración del aire,
cada sonido,
cada reflejo...
del alma.

No necesito tus frases de almanaque
yo tengo un cielo que me acompaña.
No hablo más tu lenguaje,
que creo en lo que veo y
como rompes el espejo,
tus mentiras: las culpables.

No me nubla más la niebla,
se gastó el librito de poesía,
no me engañan más los versos.
y el verano ya no tarda en llegar.

Maricruz Montero
-Photojazz-

sábado, 12 de noviembre de 2011

Inquieta Realidad

   Se agitan las olas, se enfurece el mar, el viento se acomodaba al conteo que dictaba el tiempo paralelo al ensueño. Y se inquietan las almas deseando algo más que la magia del aturdido sol que se rinde al final un largo día.
Son las 5:01 de la tarde, es jueves, como cualquiera de esos jueves donde se esconden las incongruencias de la inquieta realidad.
Me preguntaste si quería un café.

-Negro, sin azúcar. No hace falta.-

  Me consumía la tarde desde la ventana; el gato maullaba, quería salir al jardín. Pero es que son esas tardes de jueves donde se descubren los misterios de la óptica de la visión, esos jueves donde se aprende a creer en Dios. Donde el espesor del polvo espacial se colaba por las hendijas de la puerta, de las ventanas y la atmósfera del universo que se enamoraba del ritmo ajeno a su irrealidad.

Son ya las 5:02 de la tarde y el tiempo no parecía tener ganas de pasar. 
   La incertidumbre era la única que me acompañaba, el café lo olvidé, estaba ya congelado. Nada ni nadie hubieran podido traerme de vuelta a la objetividad de la habitación donde me encontraba. La del papel tapiz floreado, con el balcón que recordaba alguna que otra serena lunada, esa habitación que guardaba miles de  historias.
   Y se para el tiempo, son ya las 6:00 de la tarde. No hay fuerzas para seguir, es la soledad asesinándote, es la realidad hablándote al oído como nunca más podrás soñar. Es difícil lo sé. Pero fue un lindo jueves. Esos jueves donde el frío no congela el espíritu y el universo parece haberse compadecido y te regala una de esas tardes de jueves donde se recupera la esperanza, donde se ahoga un suspiro y la ilusión vuelve a dar ese brillo inconfundible a los ojos.
    El corazón, cegado, como el soldado enamorado del arte de la guerra. -Sabe muy bien los riesgos que corre, sabe bien que puede morir en el intento y que no tan solo al rose de una bala será a lo que se enfrente.- Pero es tan grande el sentimiento que se colaba en la puerta entreabierta de esa ilusión que decidí aceptar los riegos y que el cielo me acompañe.

  Tal vez Oliverio Girondo no fue el único que buscaba al que pueda volar. Pero los espejismos distraen, te atraen, como los reflejos en el agua, "nada" es lo que parece y "nada" puede ser esa ilusión. Como siempre engañan los sentidos, los ojos no ven más allá que los del ingeniero, que los del médico o los del pulpero. El tacto te engaña con falsas caricias y roba una que otra sonrisa con un beso. Las palabras seducen al oído y se esparcen como un contagioso virus que paraliza a la razón, cualquier lógica se borra del espacio real donde se habita. Son ya las 2:20 de la mañana y el frío no me deja dormir o tal vez es la conciencia preocupada, que no quería más simulacros.

¿Será que también eres un simulacro más de la cotidianidad de la existencia o serás el suspiro que salvará un alma que desespera?

Maricruz Montero
-Photojazz-

domingo, 6 de noviembre de 2011

Cuestión de Fe.

Aturdía aquel estruendo de lo sombrío del cañón que amenaza toda la integridad de su vida, las botas ya no daban más y las piernas cansadas de correr. Los disparos sonaban como un eco del terror que les aceleraba la presión y el corazón se vengaba de la situación. La imagen era indescriptible. Inmediato al momento imaginario en donde la inconsciencia toma conciencia de la situación y solo Jean Anouilh pudo haberlo dicho mejor "Todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte."  Dios nunca se había olvidado tanto de su pueblo como pasó en aquellos años en Varsovía, no entendían como la civilización los había llevado a al lugar donde se encontraba lo más inhumano. Lloraba el cuerpo, lloraba el alma y ese espíritu consumido por el miedo. Los instintos aprendieron algo más que un buen reflejo. Sobrevivir era la profesión del herrero, del carnicero, del relojero, del comerciante, del médico. Todo lo digirió en dos segundos; sufiencientes para ser alcanzado por la penetrante bala, ellos convertidos en carne de cañón mientras los políticos y generales ideaban otros planes. Y un grito profundo con sabor a dolor y desesperanza se ahogó en su garganta. 

"-Despierta-. Tranquilo, tranquilo, 
fue todo un sueño."

Sus ojos veían tan claro como en sus vientes años pero todavía no comprendía en donde se encontraba, pronto reconoció la lamparita de la mesita de noche; la misma de hacía ya cincuenta años. La que su esposa escogió en aquella tienda entre la calle 3 y 4. Margot abrió las persianas y la luz de la mañana cegó, por un pequeño lapso del tiempo, el miedo. Le recorría las venas aquella sangre hirviendo y se quemaba algo más que la piel.

"No queda nada por hacer."

- Había dicho el doctor en aquella ocasión.-
"Tres meses máximo, ocupará una enfermera, tenemos varios programas de ayuda..."
-y recordaba aquel trágico día. Todavía podía sentir las lágrimas de Margot caer en su hombro.-

Notó de nuevo el molesto ruido que hacía la máquina a la par de su cama, esa que le ayudaba a mantenerse con vida.

¿Cansado? 

Sí, por supuesto, pero no tenía opción. Pero su convicción superó cualquier presentimiento que se le insinuase, el día había llegado. Rezaba por perdón en esos últimos minutos; alma atea en busca de lo trascendente. Tal vez era la esperanza desgarrando las esquinas de su ser, la desesperación y la tranquilidad lo invadían de forma contradictoria. La sangre seguía caliente, hirviendo, y le quemaba todo su ser y el dolor de su espíritu era más agudo que el de su salud. Cerró los ojos, pudo oler un olor a lluvia, la primera gota cayó, luego la segunda, segundos después no parecía haber un lugar en donde refugiarse. Recordó todo aquello que lo hizo feliz o infeliz. Sus triunfos, sus derrotas, sus errores, sus decisiones y en un profundo suspiro su vida acabo. No como se lo imaginó a los veinte años, ni tampoco a los treinta o cuarenta. Aquel muchacho de tez blanca, cabello castaño oscuro, ojos miel, alto y fornido, quien no le temía a nada en la vida y su inocencia cautivaba  a cualquier mujer que le acercara. Él nunca pudo haber imaginado como todo terminaría, pero de aquellos 30925 días ninguno paso en vano y en sus últimos minutos supo que todo fue cuestión de fe. 


Maricruz Montero
-Photojazz-

sábado, 5 de noviembre de 2011

Fiebre


Amar es una necesidad ficticia…un mal necesario.
El amor es el afecto por el cual busca el ánimo el bien verdadero o imaginado, una sentencia y oportunidad de decorar, es decir, aprender de memoria una lección, sea ésta  fiel o enemiga de nuestra conciencia.
Juega con nuestro carácter, demora nuestra locura y envicia nuestra razón. Es la perfección natural o moral que transita por nuestras venas, delicadamente, hasta profanar nuestros sentidos y hacernos desistir ante sus arrebatos de lujuria.
La urgencia de conquistar es un poderoso incentivo, es el delito más absurdo y la dicha más grande.
El que ama se revela anticipadamente sin lesión ni menoscabo.
Valeria León.

El amor es seductivo, sereno


“Te niego, te busco
Te odio y te quiero
Y tengo en el pecho un infierno por ti”
Blades, R
La causa de todos sus vicios era mujer libertina, insolente y desvergonzada.                                       Traicionaba cada rincón leporino de su mente, y aún así, él todo su amor le brindaba.
Dejó de amarla como venganza simbólica, desposeído de ingenuidad le puso fin a sus temores.
El deseo era la extensión crónica de sus males que residían en kilo y medio de tejido.
Tejido devorado entre sexo y caricias.
Valeria León.