Friedrich Nietzsche

"El Hombre a solas consigo mismo sólo tiene una vía de escape: la del peregrino que siempre se aleja un poco más del desierto de la realidad." F. Nietzsche.

"El hombre es un abismo, da vértigo mirar en él." Wozzeck

domingo, 28 de octubre de 2012

Del devenir.

El vacío decidió hacer de vecino, se sentó a mi izquierda queriéndose robar un poco la atención. El mundo al parecer se detuvo aquí, en octubre, como si tuviéramos asuntos pendientes a medio cocinar.  Perdóname el silencio que se escapa, perdóname los discursos de aire que de vez en cuando se escriben para que no queden en el limbo de su existencia.
El daño pesa en los párpados, pero va más allá del cuerpo, invade el alma como un cáncer sin pausa ni control. Avanza rápido y suele hacer metástasis hasta cambiar de piel.

El silencio será porque eres amo de la dialéctica y retas, sin sentido, a la razón; amenazando la fe y certeza del motivo. Fui declarada soñadora, vivo de la esperanza, de oraciones, del cielo, del universo.
Podría dedicarme a juzgarte, pero no comprendo ni comprenderé nunca las excusas inválidas que se valen del miedo y la cobardía. "No es porque digas la verdad, es porque nunca me has mentido."

La ausencia de un alma quiso arrastrar  la mía. La marea y ese sentir oceánico de inmensidad tan solo observaron como una corriente acababa con todo a su paso. La orilla está lejos y yo ya cerré los ojos. La soledad siempre me acoge, nunca huye, sabe que eventualmente regresaré. El frío ahora invade algo más que la piel, octubre vino queriendo querer y del verbo conmigo y el invierno le cerró la puerta al fuego que apenas alzaba un poco de calor. No diría jamás que era inevitable, pero al menos se pudo prever.

No dejaste testamento ni escritura, solo quedó el eco de las palabras, que se sintieron como disparos a quemarropa y sin piedad, me miraste como si me hubiera convertido en la otredad que tanto habíamos criticado.

Nuca pedí eternidades, pero la esperanza siempre se va en la última línea. La sonrisa con una pizca de ternura fue señal de que no escuché mientras te marchabas. La inocencia sigue siendo parte de la esencia que me envuelve, es algo que no se pierde. No te olvides nunca del cielo, ni de la niña que quiso robarte los ojos y la ilusión, no te olvides la confianza que algún día nos unió.

Hay sentires que convergen con tal efervescencia que pueden envenenar en el momento, pero luego viene la calma y no queda más que el sinsabor del naufragio. Los sentimentalismos dejarán de tener dueño y se volverán a perder en el camino, son volátiles aunque con memoria propia y una historia que no  olvidan. Como es costumbre, la contradicción entra en juego y el devenir se convirtió en discípulo del tiempo.   Vuelven a quedar solo cinco sentidos, que se desgastan en busca del sexto que está perdido.

El equipaje va ligero, es casi nulo y me quedaré un rato más en esta sala de espera que tantas veces me ha ofrecido un reloj, con una sobriedad repugnante y una ventana que no anuncia más que el adiós.

Maricruz  Montero