Friedrich Nietzsche

"El Hombre a solas consigo mismo sólo tiene una vía de escape: la del peregrino que siempre se aleja un poco más del desierto de la realidad." F. Nietzsche.

"El hombre es un abismo, da vértigo mirar en él." Wozzeck

jueves, 5 de diciembre de 2013

Ley del deseo: relato #3

Usted se ha vuelto indispensable en mi repertorio,
como esas canciones viejas y gastadas que puse en el mixtape.
Como su mirada constante y sus demonios internos.

Y no hace falta llorarlo,
o recordarlo, antes que todo se acabe,
bañaremos las pasiones en nuestros aceites.

Sin llantos ni remordimientos
sólo los temblores de siempre,
y las palabras inventadas.

La abundancia, los gemidos turbulentos;
Y no hace falta llorarlo,
por que ante todo, usted es mi compañero.

Valeria León.

martes, 5 de noviembre de 2013

Relato número dos: ardor.




Mientras caía la primera lágrima él derramaba cera de candela en sus pechos cautivos, inexplorados.
Era el colonizador de  sus caderas, tanteaba entre la maleza de sus genitales
como si pretendiera encontrar algo no revelado por otros.
La sombra de sus dedos, la intensidad de su pasión lo desconcentraban sexualmente.
Sus emociones se perdían en esa densa selva virgen , pero  él ya conocía el camino de memoria.

Valeria León

viernes, 11 de octubre de 2013

Amatoria: relato #1

Sentía como poco a poco me invadía la curiosidad, quería saber más sobre él,
sobre su cicatriz entre sus dos lunares ubicados en su mejilla derecha,
sobre sus largas pestañas y sus abrigos tejidos
que le otorgaban una imagen de calidez y autoconfianza.

Anhelaba comprender el misterio de sus vibraciones,
su serenidad a la hora de interpretar mi mirada
y como su risa resonaba como un mantra
por horas
en mi cabeza.

Ese era el misterio más grande, como sus dedos rozaban mi piel
como tratando de descifrar un mapa
que siempre lo llevaban al ombligo de la tierra
y que al encontrar su centro
todos sus tesoros reverdecían
manteniéndolo atado a mi entrecejo, siempre mirando al interior
con claridad y equilibrio.

Valeria León.

domingo, 7 de abril de 2013

Relato número uno, Vuelta por San Pedro y La Avenida.


Hoy me dije dos cosas muy seguido:

1. No vuelvo a mentirle a mi conciencia.
2.  No quiero vivir con mis yo equívocos.

Y así fue como apresurada y de mal genio emprendí mi efímero viaje a la capital, con toda la disposición del mundo, y lo que parecía correcto en ese momento, decidí encogerme, dejarme arrastrar por el viento. Llegué, hacía frío y el cuarto piso de ese edificio tenía mi nombre pintado en las ventanas. En el rellano las colillas de los cigarros me inducían nuevamente a profanar mi templo. De pronto, con entusiasmo exploraba lo prohibido, navegaba libre sobre calmas aguas y súbitamente me encontraba en su ombligo,  mi cueva y consejero. Estaba revestido de maleza y suelo fértil, sabía que ahí podía fácilmente conectarme con la madre tierra.

Convivir era lo que menos sé hacer, pero el anfitrión de mis pesares me recordaba constantemente que, para vivir hay que llegar a las zonas donde el cielo vale más que la tierra.
El destino, una prisión urbana donde todos caminan con prisa mirando solo adelante, sin suerte de capturar su izquierda magnifica, donde un civilizado aventurero opinaba sobre la magia de febrero; Y del dulce, y a la vez ensordecedor ruido de las madrugadas.
Para mí era un eterno retorno, era como la materia desfibrándose, lento pero perfecto, como si nada fuera imposible, como si todo fuera grato.

Valeria León.

lunes, 11 de marzo de 2013

Southampton Row

Te dejé en la equina de la calle 15, un 9 de mayo. Te dejé por primera vez, jamás hubiera podido dar vuelta atrás. Te dejé y cuando volví no quedaba rastro alguno de la esencia inicial que alguna vez nos unió.

Me perdí, como si fuera un capricho inesperado, impertinente, la venganza del arrebato de la propiedad privada. Me perdí, crecí, fui fuego, fui océano y vos estabas en otro lado, fuiste otredad, fuiste distancia.

La guerra sigue en pie, el ojo de la tormenta pasó y se asomó en medio de la tragedia. Ahora solo queda la imagen congelada, un campo de batalla que ya no soporta un enfrentamiento más.

Que no se te acaben las palabras, que la biblia no se te caiga de las manos cuando la tengas en frente. Que la venganza de los demonios del pasado no te carcoma el alma, ojalá y aprendas algún día a volar.

Que no te ancle más la tierra, viví aquí conmigo, en el cielo.

No te desangres con una herida sin sentido. Que cada paso suene como un estruendo, y luego que el silencio total te envuelva, que te levantes fuerte, viva. Hace tiempo nos dijimos adiós, pero no fue para siempre.

Así como si nada, seguimos caminando tan lejos y tan cerca, nos perdimos en la niebla. Nos cegó el blanco, ya no quedan portales sin santos, ni gritos de pesadillas a la madrugada. No tenemos las mañanas, ni el té de la tarde. 

Tenemos una voz inconfundible que no conoce distancias.


Marie Montero M.

jueves, 7 de marzo de 2013

EN 456 Phoenix 2.

Grité, grité alto y fuerte, mi voz hizo eco en la nada, vibraciones queriendo ser palabras y volvió el silencio. Hay veces que olvido que solo vine por un rato, no hay eternidades en mi destino, hay veces que olvido que pronto hay que partir. Entre pasó y pasó siempre planeo la próxima vía de escape, el próximo tren.

Empaqué un buen libro, quería llevar a Zafón, al final me llevé el librito de Vargas Llosa. La cámara en la maleta y el sueter en los regazos. En las estación no hay alma que se ampare del cielo, el tiempo no ayuda y el tiquete se quiere resbalar de las manos.

En medio del instante real y el sueño despierto, mis pies no quieren permanecer inmóviles al borde de la espera pero si corro, eventualmente, el cansancio me vencerá, arruinará la trenza en el cabello y no quedará rastro de maquillaje o delicadez.

Aquel gigante se acerca, rápido y temeroso, omnipotente y casi como brusco o grosero, anuncia su llegada, el aspecto fantasmal no se lo borra nadie. El equipaje va a un lado, no quería abrir el álbum de fotos, la nostalgia comete errores sin sentido ni fundamento.

Este es un corazón de león, que tiene un diccionario de sentimentalismos guardado con secreto para aquel metafísico, que viene como aurora boreal en el norte: tan inalcanzable el universo, pero de vez en cuando las luces tocan la tierra.

Mientras me absorbe el tiempo, me quedo absorta en la velocidad y el ruido abrumador de los rieles, después del primer minuto es inofensivo al oído humano. Me hiere en el pecho el sentimiento, quedo indefensa, desnuda a tu intemperie.

Atrapada siempre entre la niebla, grité: ¡libre! y nadie escuchó, grité: ¡fuego! y después fue incontrolable. El frío derrite la ventana con cariño, la condensación baja gota a gota y los ojos desenfocan el calvario que se enmarca detrás del primer plano. Me roba la piel y el alma. Se lleva consigo cualquier señal vespertina de vida y hasta  el último gramo de esperanza.

Cualquier otra arma de fuego hubiera bastado, pero el perdigón penetró algo más que la carne y brotó algo más que sangre, se fragmentó a quemarropa.

El rojo del asiento marea y el dorado clásico decorativo me hace recordar el oro que no existe en tu fortuna. El silencio es inmortal, infinito, y si cierro los ojos por un rato tal vez se termine la tragedia o se acorte el camino.
Soñaba despierta, soñaba como dos almas colisionaron y se quedaron ahí, tan solo por un momento pudieron morir en el instante. No hicieron falta palabras, se cayeron los demonios, sobraron los discursos  y se sonrieron, como si supieran que habían nacido alguna vez para encontrarse... y no me despierten hasta que termine el viaje.



Marie Montero



miércoles, 6 de febrero de 2013

Sin palacios en ruinas

De nuevo, en medio del desierto.  

En medio de la nada, por primera vez sin palabras. 

Completa.

A menos de un segundo de distancia y estamos tan lejos.




Ojala y esta esta realidad no nos asesine, que no se te borre la sonrisa. Si vas a vivirme, víveme bien, porque solo lo harás una vez. Somos un ocaso, estamos por un momento y luego nos vamos. No hay nada más que decir, no hay segunda parte de la historia. Siempre lleva punto final, sin opciones de edición.

Se nos gastaron las ideas, se cayeron los discursos, fuimos escandalosamente humanos. Sabía que el filantropía me enterraría cien metros bajo tierra. Ese amor por el hombre no lleva más que al fracaso del ser y una caída más, la misma piedra.

No quiero palacios en ruinas, y solo queda el miedo de no ser escogida. 

Se acerca marzo y por tercera vez, no quiero sangrar en Octubre. Somos de invierno, de otoño, del frío infinito. Yo no quiero ser prisma del mes, de temporada. Quiero quedarme en el oeste del recuerdo.

 La noche solo es noche, cuando el cielo se desploma y nos encontramos.

Desconfiada, casi ambivalente. Levántame la mirada, quiero vivir, vivir, vivirte; en el giro de la luz por la tarde. Que mundo se vuelva sordomudo, que solo se escuche el Ruiseñor de la ventana y dos mundos en calma. La ciudad será testigo de estas dos almas.

Marie Montero M 


lunes, 28 de enero de 2013

Clausura.

Quieren deformar el paisaje de mis tierras,
me venden al yugo.
Soy territorio del demonio, un lejano y sombrío recuerdo de mis antepasados.
La somnolencia de mis raíces me perturba, me engaña cruelmente.
La traición ya fue consumada, soy un capullo vacío.
Si fuera pájaro volaría lejos en clandestinidad, le pediría al viento su amparo,
un soplo vital, que alivie penurias y despierte consciencias.

Valeria León.