Friedrich Nietzsche

"El Hombre a solas consigo mismo sólo tiene una vía de escape: la del peregrino que siempre se aleja un poco más del desierto de la realidad." F. Nietzsche.

"El hombre es un abismo, da vértigo mirar en él." Wozzeck

jueves, 13 de noviembre de 2014

Abismos

Dios me condenó a sentir profundamente en la tierra, me hizo sentir cada abismo y cada falta con fulgor.

Me dio piel de seda e inocencia, me dio fe, me dio el poder de ensimismarme para poder hablar con Él .

Y yo, yo me robé la muralla China para proteger mi alma.

Los sentires después se convirtieron en costumbres, costumbres que a mis 21 años no quisiera tener.

Desde pequeña he admirado los abismos, quisiera dejarme ir y sentir esa caída libre por siempre, pero se sabe que entre más alto el salto, peor es el aterrizaje.

Nada es eterno, al menos no en este mundo y creo que estoy lejos de llegar a otro.

No  creo en la felicidad terrenal, no creo en tal cosa. Y ya no quiero sentir, al menos ya no quiero sentir tanto, ha sido una flecha tras otra, y no hay cuerpo que resista tal martirio.

Todos queremos encontrar una sola cosa, ver al otro lado del abismo y  darnos cuenta que no estamos solos. Pero los abismos engañan  y lo que nadie nos dice en esta tierra es que no hay nada del otro lado, vivimos de la esperanza, de los espejismos de vez en cuando.

Pensé que el mal vivía solo en la sangre de mis antepasados, pero se expandió alrededor del mundo, lo abrazó y hoy sigue siendo parte de la atmósfera en la que vivo.

Hay una clara incompatibilidad con los habitantes de esta tierra, y todos los días vemos máscaras que nos ayudan a finalizar el horario laboral. Estamos encerrados entre nuestra frente y la nuca, entre nuestros ojos, oídos y espalda.

Y nos mantiene viva la esperanza de que nuestros sentidos no nos traicionen, al final siempre lo hacen.

Afuera hay un mar lleno de trampas, de mentiras, de engaños.  Afuera bombardean sexo, comen deudas y respiran gases tóxicos por gusto. Afuera nadie es realidad, afuera cada quien tiene a su propio Dios.

Afuera hace frío , afuera hace soledad.

Y aquí estamos, resguardados por esta muralla , con miedo de esa masa de simulacros sentimentales.

Corremos a los bosques o a los libros de Nietzsche y Ayn Rand pensando que algún día, a lo mejor, podrán desaparecer las falsedades.  Adoptamos formas curiosas de desaparecer, de ignorar, de combatir en silencio.

O somos dueño de un gato.

Es aquí entonces donde nos quedamos esperando el próximo inevitable asalto al alma.

No somos mayoría,  a decir verdad no tenemos certeza si quiera, de una sola persona más.





Marie Montero