No tengo ni son ni vuelo
no tengo destino ni camino.
El delirio marca mis pasos
y el cielo es espejo mio.
Ni cartas ni historias
ni retratos ni paisajes.
Asia o Europa,
América tierra mía.
Ando en duelo por
árboles caídos.
Por los grandes abismos
que la humanidad no ha visto.
Vestida de blanco,
descalza y confiada.
Bosque de mis estrellas
y esperar de luna.
Alma tranquila
y feliz melodía.
Compás del tiempo
y olas viajeras.
Desafiando al misterio
para conocer sus esquinas.
Jugando con velas
se enciende un sendero.
Grita desde adentro.
Lo que no pronuncias:
se vuelve fuego
y destellos vivos.
Para los que corren y caminan.
Para los que oyen y escuchan.
Para los que buscan y son buscados.
Para los muertos en vida.
De profesión o artistas.
Para que me alcance la vida.
Para los que sueñan y no olvidan.
Para los que vuelan y jamás tocan tierra.
Mari Montero
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