Entre lucidez y la ceguera los sentidos nos engañan. El amor no es inocente o neutral frente a la realidad, reproduce todo aquello que creemos saber, nos sacude con su tiranía y rápidamente es juzgado como irreal o falso.
Refuerza la transparencia de la perversión, que muere en la ilusión de su significado el cual no es bostezable, sino, una excusa vil para encariñarse con todo aquello semejante a su creador.
El amor es sensitivo, intimo, nos acerca a realidades distantes que se escurren en interpretaciones erróneas, formando un conflicto entre lo real y lo imaginado. Depende de quien lo interprete, puede pasar de lo "cómico" a lo ofensivo y no hay garantías de fidelidad ni meditación contra el dolor.
Valeria León.
No hay comentarios:
Publicar un comentario