En tan poco tiempo
y alto el orgullo que
sale del pecho.
Aun así te escribí una
sinfonía en sol mayor.
Preludio a la
intriga
en fa sostenido.
Metafísico falsificador,
con discurso imperativo y
no más permisivo
como siempre espiando
la consciencia del
inconsciente.
Ladrón de poesías nunca
concebidas
mientras se empañaban las
ventanas de aquel rincón.
No ves que no se detienen
los minutos ni los segundos
que gastamos juntos.
Yaciendo con tranquilidad
desde
aquí
o desde
allá.
y no me encuentras más en
la arboleda.
Soledad, ahora tú que
reinas;
soberana del conocimiento.
Que espera al último respiro de mi espíritu.
soberana del conocimiento.
Que espera al último respiro de mi espíritu.
Mientras el frío me
alcanza y el calor se aleja.
Y dicen que
la virtud anhela
entrar por las puertas
del cielo,
impulso en vano a manos
del traidor.
Calla, no articules más
falsas verdades
y no quiero leer
fantasías en papel.
Eres como trago amargo
gota de locura que
corrompe la cordura
y empeora la herida.
Irás descontando tu
condena en el calvario,
regresiones del pasado,
naufragas del paraíso
donde no gobierna el
sosiego.
Y no eres más
que un cegado soldado,
con la soberbia en
el bolsillo.
Caminando descalzo en la
transversal batalla,
a través de un
campo minado
y volverás vencido por el
más tierno enemigo.
Maricruz Montero