Estaba condenada a perderlo,
en el fondo lo sabía desde que lo conoció.
Abuelos eran sus recuerdos, viejos, ensimismados; Condenados a una larga espera.
Entre ellos el amor y el odio era recíproco,
cada vez que se perdia, él la encontraba,
cada que se alegraba, su sonrisa él borraba.
Un lector más de mi escueto lirismo,
editor de desdichas y promesas falsas.
Catador de besos, destructor de anhelos.
Su color anis prevalece
y mi caoba muere....
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