Son las 5:01 de la tarde, es jueves, como cualquiera de esos jueves donde se esconden las incongruencias de la inquieta realidad.
Me preguntaste si quería un café.
-Negro, sin azúcar. No hace falta.-
Me consumía la tarde desde la ventana; el gato maullaba, quería salir al jardín. Pero es que son esas tardes de jueves donde se descubren los misterios de la óptica de la visión, esos jueves donde se aprende a creer en Dios. Donde el espesor del polvo espacial se colaba por las hendijas de la puerta, de las ventanas y la atmósfera del universo que se enamoraba del ritmo ajeno a su irrealidad.
Son ya las 5:02 de la tarde y el tiempo no parecía tener ganas de pasar.
La incertidumbre era la única que me acompañaba, el café lo olvidé, estaba ya congelado. Nada ni nadie hubieran podido traerme de vuelta a la objetividad de la habitación donde me encontraba. La del papel tapiz floreado, con el balcón que recordaba alguna que otra serena lunada, esa habitación que guardaba miles de historias.
El corazón, cegado, como el soldado enamorado del arte de la guerra. -Sabe muy bien los riesgos que corre, sabe bien que puede morir en el intento y que no tan solo al rose de una bala será a lo que se enfrente.- Pero es tan grande el sentimiento que se colaba en la puerta entreabierta de esa ilusión que decidí aceptar los riegos y que el cielo me acompañe.
Tal vez Oliverio Girondo no fue el único que buscaba al que pueda volar. Pero los espejismos distraen, te atraen, como los reflejos en el agua, "nada" es lo que parece y "nada" puede ser esa ilusión. Como siempre engañan los sentidos, los ojos no ven más allá que los del ingeniero, que los del médico o los del pulpero. El tacto te engaña con falsas caricias y roba una que otra sonrisa con un beso. Las palabras seducen al oído y se esparcen como un contagioso virus que paraliza a la razón, cualquier lógica se borra del espacio real donde se habita. Son ya las 2:20 de la mañana y el frío no me deja dormir o tal vez es la conciencia preocupada, que no quería más simulacros.
¿Será que también eres un simulacro más de la cotidianidad de la existencia o serás el suspiro que salvará un alma que desespera?
Maricruz Montero
-Photojazz-
Me hiciste recordar el requisito básico de Benedetti "que ella sepa volar" si no, que se olviden de él.
ResponderEliminarDisfruté de su narrativa poética. Gracias. Me resultó como un fresco aguacero que se vuelca sobre uno en un cálido mediodía veraniego.
ResponderEliminarHola: Aquí visitándote. Definitivamente hay momentos en los que una solo quiere divagar, estar y no estar y esa misma sensación es la que me transmitiste con tu entrada.
ResponderEliminarPor cierto, yo tampoco quiero más simulacros ;)
Saludos,
Katmarce--
submarinopimienta.blogspot.com
Hola Maricruz
ResponderEliminarPaso nuevamente por tu blog, me gustó las imágenes que lograste crear en mi.
Saludoss
Hattori
sartencaliente.blogspot.com
Kat :) hola. Ya me hacías falta. Y pues no, no queremos más simulacros.
ResponderEliminarY gracias Hattori :)
Hola Mari!!
ResponderEliminarUn gusto venir acá por tu espacio(disculpa la tardanza, apenas estoy retomando mi visitas a otros blogs)
Me gusta tu forma de contar las cosas, narras muy bonito con muchos escenarios en uno solo. Te seguiré visitando
¡Saluditos!