Las voces de aquellos cuatro quedaron grabadas en algún lugar ajeno a lo mundano, no se olvidan, siempre vivos. De vez en cuando la nostalgia quiere extrañar su amor, su aroma, su libertad inmediata pero es que se llevaron consigo algo más que las maletas y entonces esta es la parte donde se convierten en espejismo de mi memoria, donde habita el olvido y los recuerdos no son más que siervos esperando un sacrificio.
La deriva se conoce cada vez más por ser amiga mía y la incertidumbre nunca se dará por vencida, ya se han vuelto costumbre y me han dejado una que otra lección. No tienen que ser compañeros de vías ferreas por toda la vida, tan solo pausamos la historia que se narró, pasaron a ser parte de la cajita de postales y estampillas. Un barco más dentro de la botella con bandera de blanco, azul y rojo pero no con líneas horizontales perfectas, sino con líneas perpendiculares y oblicuas que convergen en un Reino Unido.
Pudo haber sido el miedo, la imaginaria estabilidad o alguna razón universitaria pero ninguna de ellas fue la culpable. La verdad es que fue un presentimiento un tanto milagroso o celestial que me obligó a quedarme y retrasar mi partida. Se bien que Norwich esperará por mi regreso y la navidad tendrá más que árboles desnudos o copos de nieve. Resguarda tus catedrales y castillos medievales, guardarme un rincón con ventana para escribirte siempre y que tu cielo nos ampare con cariño. Que esta eternidad durará hasta que tu decidas terminar de escribirla.
Maricruz Montero
Excelente el cierre. Maricruz, siempre me alegro cuando usted escribe, no por el mero hecho de escribir, es que de verdad lo haces bien y no quiero que pierdas tu voluntad en ello. Un abrazo, amiga.
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