Estaba condenada a seguir escribiendo,
la tinta se veía verde de tanto tiempo.
La distancia era lo de menos,
pero su indecisión me sobresaltaba,
me hacia delirar.
El reflejo de su mirada
me hacia envejecer.
Pocas eran las veces
que lloraba yo por él.
Escuché que me decías, "te quiero yo también"
Si yo no puedo amarte
ya no tengo por qué esperar.
No era verdadero,
simple y cruda realidad.
Val León.
Val León
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