Friedrich Nietzsche

"El Hombre a solas consigo mismo sólo tiene una vía de escape: la del peregrino que siempre se aleja un poco más del desierto de la realidad." F. Nietzsche.

"El hombre es un abismo, da vértigo mirar en él." Wozzeck

miércoles, 22 de febrero de 2012

Finito.

Tan solo eran las 5:00 de la tarde y te encontré absorta en tu mirada, una que apuñala, tan pura, con una inocencia que desgarra cualquier pecado en acción y te encuentro absorta en algún libro que te robe la imaginación, que la expanda y que te aleje del mundo al que juraste lealtad y compromiso, te absorbe cada palabra, cada punto y coma, cada descripción irreal que te hace volar más allá del universo traidor. Te encuentro absorta, ensimismada, viva en tu soledad con las viejas historias del soldadito de plata. Soñando con metafísicos falsificadores, ignoras la verdad y haces caso omiso a las señales de humo del verano que se quiere acercar. Como una convicción encarcelada cae una poesía con métrica y ritmo perfecto. Sin limites de dimensiones el tiempo no se atrevía a retarte mucho menos amenazarte con desgastos u otras calumnias del oficio.

Y te encuentro absorta una vez más mientras caminas a mi lado, en silencio mortal, no se escapan vibraciones que quieran ser palabras pero no hace falta la voz, tu mirada habla con ojos perdidos y una mente que maquina, que se persigna, que escapa del fracaso en el que ha caído. Un pozo sin fondo y sigues cayendo en un sinfín de tormentas que se unen en algún lugar que no pertenece a este universo, me extraña que las lágrimas no te hayan consumado en su humedad o que las ojeras no guindaran de tus petrificantes modos de pedir ayuda.

Pero el orgullo sobrepasa la altura de tus ojos, no te atreves a gritar ni a ser escuchada y huyes del auxilio que viene en camino, en momentos así hasta dudas del querer del cielo o tal vez tan solo sea un castigo. Soñando siempre con girasoles pero todo lo que alcanzas a ver es el blanco de la nieve que se te ofrece como una última salida tan tangible como las teclas del teclado que golpean a cada letra que comanda tu imaginación.

Era jueves y lo sabías bien, un jueves sin lluvia, sin emoción, un jueves callado, tímido al amanecer con un celaje que se entregaba a lo sagrado, a lo que no habita en esta tierra; sin engaños, sin nubes fantasmas ni vientos  pasajeros, tan solo y tan completo y te encuentro absorta en él. Tan callados, tan perdidos en si mismos, tan imponentes los dos y así te quedaste absorta en el infinito huyendo del finito o cualquier otro limite que te imponga autoridad o que te haga volver al primer plano que hace tanto tiempo dejaste atrás.

Maricruz Montero

sábado, 4 de febrero de 2012

Girasoles.

Hay varias razones por las cuales no se cree en el amor.

       Las ilusiones siempre vendrán:
                                     tentativas, inesperadas, punzantes, amenazantes.


No creo corazón, no hablo tu lenguaje; codificado en artimañas, caricias, miradas y respiro sin vos, no necesito otra razón. Ahórrate la esperanza que me das, ahórrame el dolor que evocas. Retráctate, ten un poco de piedad antes de caer en tu trampa mortal, en tus metáforas imaginarias, en manos de tu metafísico falsificador de adjetivos un tanto románticos. No te atrevas nunca a lastimar a un girasol en pleno verano que el equilibrio de este universo se encargará de cobrar cada pétalo de esta flor.

       Por algo decimos que engañan los sentidos, no se necesitan frases de almanaque, ni mentiras piadosas no maquilles la realidad con falsos argumentos convertidos en poesía al amanecer. Dicen que amar es dativo y querer es posesivo y que no se puede jurar ni lo uno ni lo otro (J.Sagot) es por eso que deberías cuidar el camino de tus manos por la piel de esta extraña y el destino de tus ojos para que no conozcan estos ojos que tanto engañan a primera, segunda y tercera vista.

    La verdad se esconde detrás de un largo camino apedreado, lleno de acertijos. Con un nudo en la garganta y la mirada que vaga por toda la habitación, el cansancio jugando a ser Dios los parpados se cierran; por mientras la oscuridad se daba el lujo de existir. De ser viento entre la niebla, fuego entre el mar, arena entre piedras, de ser ese girasol en plena oscuridad del invierno que quiso ser inmortal. Así se saluda a la desesperanza que lanzaba cualquier latido por el balcón. Todo lo que quiso ser y no fue, no lo dejaste ser, tan fríamente calculado y yo que pensaba en la inmensidad del cielo de ayer. Al destino hay que ignorarlo, dejarse llevar por las olas en vez de resistirse a la fuerza con la que golpean, confía en vos, confía en Dios, confía en este mar y después de este pasaje se abre la vida en un (paréntesis), una eternidad convertida en dieciocho años.  En un primero de octubre este paréntesis se abrió y una incógnita decidió definir su contenido imaginario o tan real como la brisa que se mueve en este día de verano y desde entonces se ha convertido el tiempo en esclavo y la vida en una sala de espera, con una conciencia que no toma acción de lo ocurrido y que olvida fácilmente. Después de todo hay varias razones por las cuales no se cree en el amor, la última y definitiva y como dijo Nietzsche "toda palabra es un prejuicio" y por lo tanto todas esas palabras serán recuerdo de diccionarios irreales del ayer.


Maricruz Montero

sábado, 24 de diciembre de 2011

Bajo el agua
están las palabras.
Limo de voces perdidas.
Sobre la flor enfriada,
Está Don Pedro olvidado,
¡ay! Jugando con las ranas.
-Federico Garcia Lorca-
El umbral de las horas parece infinito
 y en la orilla de tus sueños
se revela una vida accidentada.
Estaba sola más no vacía, sigilosa la acompaña la irresistible noche.
Y sueña con pájaros en sus muñecas, _ en la delgadez del viento y su boina clara.

Valeria Leon

Voz suelta y delgada

Eres tan intangible como los colores del atardecer.
Y entre nubes adversas yo escarbo tu mirada.
Me apoyo en los pretextos, y el viento, inconmovible
va esculpiendo tu rostro. Se asemeja al verano,
caído y apacible, en el se dibujan mis anhelos.
Y en la ahuma noche mueren mis penas.

Valeria Leon

domingo, 27 de noviembre de 2011

Noviembre: ¡no más simulacros!

Creo en el presente,
en su imaginaria verdad,
creo en las miradas,
en las casualidades.
Me gusta la lluvia en la mañana,
el frío de montaña.
Mi mundo imaginario,
quedarme la tarde en la cama
y mi gato maullaba.

No quiero un Bécquer prefiero a Debravo
y me cuesta creerme la esperanza.
No te rindas en Abril,
mayo ya es pasado.
Octubre rápido se fue y
Noviembre... en noviembre
se confunden simulacros y el frío congela
algo más que las manos.

Es el espíritu.

Está rezado,
está rogando,
por la ilusión
que mayo se llevó.

Mi mente registraba
cada vibración del aire,
cada sonido,
cada reflejo...
del alma.

No necesito tus frases de almanaque
yo tengo un cielo que me acompaña.
No hablo más tu lenguaje,
que creo en lo que veo y
como rompes el espejo,
tus mentiras: las culpables.

No me nubla más la niebla,
se gastó el librito de poesía,
no me engañan más los versos.
y el verano ya no tarda en llegar.

Maricruz Montero
-Photojazz-

sábado, 12 de noviembre de 2011

Inquieta Realidad

   Se agitan las olas, se enfurece el mar, el viento se acomodaba al conteo que dictaba el tiempo paralelo al ensueño. Y se inquietan las almas deseando algo más que la magia del aturdido sol que se rinde al final un largo día.
Son las 5:01 de la tarde, es jueves, como cualquiera de esos jueves donde se esconden las incongruencias de la inquieta realidad.
Me preguntaste si quería un café.

-Negro, sin azúcar. No hace falta.-

  Me consumía la tarde desde la ventana; el gato maullaba, quería salir al jardín. Pero es que son esas tardes de jueves donde se descubren los misterios de la óptica de la visión, esos jueves donde se aprende a creer en Dios. Donde el espesor del polvo espacial se colaba por las hendijas de la puerta, de las ventanas y la atmósfera del universo que se enamoraba del ritmo ajeno a su irrealidad.

Son ya las 5:02 de la tarde y el tiempo no parecía tener ganas de pasar. 
   La incertidumbre era la única que me acompañaba, el café lo olvidé, estaba ya congelado. Nada ni nadie hubieran podido traerme de vuelta a la objetividad de la habitación donde me encontraba. La del papel tapiz floreado, con el balcón que recordaba alguna que otra serena lunada, esa habitación que guardaba miles de  historias.
   Y se para el tiempo, son ya las 6:00 de la tarde. No hay fuerzas para seguir, es la soledad asesinándote, es la realidad hablándote al oído como nunca más podrás soñar. Es difícil lo sé. Pero fue un lindo jueves. Esos jueves donde el frío no congela el espíritu y el universo parece haberse compadecido y te regala una de esas tardes de jueves donde se recupera la esperanza, donde se ahoga un suspiro y la ilusión vuelve a dar ese brillo inconfundible a los ojos.
    El corazón, cegado, como el soldado enamorado del arte de la guerra. -Sabe muy bien los riesgos que corre, sabe bien que puede morir en el intento y que no tan solo al rose de una bala será a lo que se enfrente.- Pero es tan grande el sentimiento que se colaba en la puerta entreabierta de esa ilusión que decidí aceptar los riegos y que el cielo me acompañe.

  Tal vez Oliverio Girondo no fue el único que buscaba al que pueda volar. Pero los espejismos distraen, te atraen, como los reflejos en el agua, "nada" es lo que parece y "nada" puede ser esa ilusión. Como siempre engañan los sentidos, los ojos no ven más allá que los del ingeniero, que los del médico o los del pulpero. El tacto te engaña con falsas caricias y roba una que otra sonrisa con un beso. Las palabras seducen al oído y se esparcen como un contagioso virus que paraliza a la razón, cualquier lógica se borra del espacio real donde se habita. Son ya las 2:20 de la mañana y el frío no me deja dormir o tal vez es la conciencia preocupada, que no quería más simulacros.

¿Será que también eres un simulacro más de la cotidianidad de la existencia o serás el suspiro que salvará un alma que desespera?

Maricruz Montero
-Photojazz-

domingo, 6 de noviembre de 2011

Cuestión de Fe.

Aturdía aquel estruendo de lo sombrío del cañón que amenaza toda la integridad de su vida, las botas ya no daban más y las piernas cansadas de correr. Los disparos sonaban como un eco del terror que les aceleraba la presión y el corazón se vengaba de la situación. La imagen era indescriptible. Inmediato al momento imaginario en donde la inconsciencia toma conciencia de la situación y solo Jean Anouilh pudo haberlo dicho mejor "Todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte."  Dios nunca se había olvidado tanto de su pueblo como pasó en aquellos años en Varsovía, no entendían como la civilización los había llevado a al lugar donde se encontraba lo más inhumano. Lloraba el cuerpo, lloraba el alma y ese espíritu consumido por el miedo. Los instintos aprendieron algo más que un buen reflejo. Sobrevivir era la profesión del herrero, del carnicero, del relojero, del comerciante, del médico. Todo lo digirió en dos segundos; sufiencientes para ser alcanzado por la penetrante bala, ellos convertidos en carne de cañón mientras los políticos y generales ideaban otros planes. Y un grito profundo con sabor a dolor y desesperanza se ahogó en su garganta. 

"-Despierta-. Tranquilo, tranquilo, 
fue todo un sueño."

Sus ojos veían tan claro como en sus vientes años pero todavía no comprendía en donde se encontraba, pronto reconoció la lamparita de la mesita de noche; la misma de hacía ya cincuenta años. La que su esposa escogió en aquella tienda entre la calle 3 y 4. Margot abrió las persianas y la luz de la mañana cegó, por un pequeño lapso del tiempo, el miedo. Le recorría las venas aquella sangre hirviendo y se quemaba algo más que la piel.

"No queda nada por hacer."

- Había dicho el doctor en aquella ocasión.-
"Tres meses máximo, ocupará una enfermera, tenemos varios programas de ayuda..."
-y recordaba aquel trágico día. Todavía podía sentir las lágrimas de Margot caer en su hombro.-

Notó de nuevo el molesto ruido que hacía la máquina a la par de su cama, esa que le ayudaba a mantenerse con vida.

¿Cansado? 

Sí, por supuesto, pero no tenía opción. Pero su convicción superó cualquier presentimiento que se le insinuase, el día había llegado. Rezaba por perdón en esos últimos minutos; alma atea en busca de lo trascendente. Tal vez era la esperanza desgarrando las esquinas de su ser, la desesperación y la tranquilidad lo invadían de forma contradictoria. La sangre seguía caliente, hirviendo, y le quemaba todo su ser y el dolor de su espíritu era más agudo que el de su salud. Cerró los ojos, pudo oler un olor a lluvia, la primera gota cayó, luego la segunda, segundos después no parecía haber un lugar en donde refugiarse. Recordó todo aquello que lo hizo feliz o infeliz. Sus triunfos, sus derrotas, sus errores, sus decisiones y en un profundo suspiro su vida acabo. No como se lo imaginó a los veinte años, ni tampoco a los treinta o cuarenta. Aquel muchacho de tez blanca, cabello castaño oscuro, ojos miel, alto y fornido, quien no le temía a nada en la vida y su inocencia cautivaba  a cualquier mujer que le acercara. Él nunca pudo haber imaginado como todo terminaría, pero de aquellos 30925 días ninguno paso en vano y en sus últimos minutos supo que todo fue cuestión de fe. 


Maricruz Montero
-Photojazz-

sábado, 5 de noviembre de 2011

Fiebre


Amar es una necesidad ficticia…un mal necesario.
El amor es el afecto por el cual busca el ánimo el bien verdadero o imaginado, una sentencia y oportunidad de decorar, es decir, aprender de memoria una lección, sea ésta  fiel o enemiga de nuestra conciencia.
Juega con nuestro carácter, demora nuestra locura y envicia nuestra razón. Es la perfección natural o moral que transita por nuestras venas, delicadamente, hasta profanar nuestros sentidos y hacernos desistir ante sus arrebatos de lujuria.
La urgencia de conquistar es un poderoso incentivo, es el delito más absurdo y la dicha más grande.
El que ama se revela anticipadamente sin lesión ni menoscabo.
Valeria León.

El amor es seductivo, sereno


“Te niego, te busco
Te odio y te quiero
Y tengo en el pecho un infierno por ti”
Blades, R
La causa de todos sus vicios era mujer libertina, insolente y desvergonzada.                                       Traicionaba cada rincón leporino de su mente, y aún así, él todo su amor le brindaba.
Dejó de amarla como venganza simbólica, desposeído de ingenuidad le puso fin a sus temores.
El deseo era la extensión crónica de sus males que residían en kilo y medio de tejido.
Tejido devorado entre sexo y caricias.
Valeria León.

viernes, 28 de octubre de 2011

Octubre: ¡Cómo engañan los sentidos!

Viene la realidad a tocarte la puerta. 
-Disfrazada de ensueño y más que en Halloween, viene a recordarte el pago de la renta.-

Nada es gratis en la vida y mucho menos en la otra. Pasa ya la medianoche y la lluvia sigue lavando cualquier deseo onírico con Morfeo y el derecho al sueño.
                       Era tan solo está fría atmósfera lunar que murmuraba y deseaba que el agua cesara. Pasabas con la mirada perdida y aquellos ojos negros ocultaban con dificultad lo oscuro de tu tristeza. Mientras tanto el reloj arrastraba los minutos, torturando los segundos y las horas eran dignamente imaginarias. Decidiste, sola, tomar un viaje al mundo imaginario que se te insinuaba, ¿harta ya de esta dimensión?. Rendirse no es una opción y se notaba como insultabas a la impertinencia con esa actitud. 


"Perdona.
 Yo tan solo quería una taza de té, 
un buen libro que leer con otra fantasía que robar
y desvanecer de tu realidad tiempo infiel. 
Octubre, ¿Por qué la nostalgia? 
Si noviembre viene con más lluvia,
 con más niebla 
y tú olvidas algo más que el paraguas." 

Y es que engañan los sentidos: se confunde el tacto, se nubla la mirada, se congela la garganta, se te tapan los oídos. No todo lo que brilla es oro. La verdad, tan relativa, es cosa de engaños y espejos rotos.

¿Escudo o Corona?
¿Se lo dejamos a la suerte?

Despierta ya, date la vuelta. Mira bien mis ojos, dime:
¿Que reflejan además de tu tristeza?
Maricruz  Montero
-photojazz-

sábado, 1 de octubre de 2011

El hombre es Diablo

Los desdichados son victimas de su propio inconsciente, atrapados, encantados bajo el embrujo del pesimismo.
Respiran perdidas por doquier, y esto, no es más que un reflejo asociativo del pensamiento.
Esclavos del capitalismo, maltratados por el salvajismo de la gran ciudad. Ideas foráneas los entierran vivos y contabilizan el dinero en lugar de los muertos.
Sus jadeos son sinónimo de riqueza, sus talones rajados representan su destreza ¿Y sus andrajos? pues claro, la miseria.
Los valores familiares  quedan  en el campo con José María, el "ñor" de los bananos.
El labriego sencillo es el héroe de mi patria, campesino armado, sacrificado por el otro que prefiere una Europa imperante.
El indígena, satanizado, muere en la espesura de la cordillera; Y en los litorales los negros luchan por su libertad.
Las llagas de Cristo las provocó el hombre al ponerlo en la cruz, cruz que hoy cargan los débiles para poder resucitar.

Valeria León

Porcelana

Y corre vídeo, cámara lenta de los adentros. Pasan despacio las imágenes, fotografías de vida que alguna vez fueron sentimiento. Evocando en ella los recuerdos de viejos lapsos del tiempo.

¿Dónde habrá quedado todo aquello? 

Y los ojos, cansados, van en busca de alguna esperanza, huyendo de la ilusión prismática que a primera vista engaña. De porcelana es el alma que espera con paciencia la llegada del tranvía, destino: tal vez  España, tal vez Finlandia, donde el eterno invierno descansa. Y todo pasa desde aquella ventana mientras se gastaban las paginas del libro de poesía. No se atreve a salir del encierro que corrompe el anhelo de libertad, ese que le desgarra los deseos.

 Siéntate cómoda, no hables, no escribas, no llores que todo pasa muy despacio, sin vergüenza tocan los segundos milenarios, se siente el bombeante corazón con ritmo lento y agotador. Sin pensar, tan solo sin pensar no quiere que la ahoguen las ideas... las secuelas de los juicios que en ella mueren. No quiere preguntar, pero lo obvio no siempre es fácil. Se seca la saliva en su garganta y sin ninguna escapatoria se rinde con un suspiro que se ahoga en las aguas más profundas y lejanas. 

¿Quién es ella para aspirar por tal oportunidad? 

Se estremecen las lineas férreas, a lo lejos se oye un grotesco sonido, las rocas vibran, huele a carbón quemado. Ella con paciencia se entrega a la espera del tranvía, su última esperanza está cerca.
Y sus ojos confiesan que tan solo buscaban un descanso.

Maricruz Montero
Photojazz