Friedrich Nietzsche

"El Hombre a solas consigo mismo sólo tiene una vía de escape: la del peregrino que siempre se aleja un poco más del desierto de la realidad." F. Nietzsche.

"El hombre es un abismo, da vértigo mirar en él." Wozzeck

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Barco de Papel

Estaba gris, estaba oscuro, intocable y en la arena de lo posible. Él se devolvió a la costa, inseguro; le temía al mar y es que estaba frío, estaba oscuro. Eran las 3:00 de la mañana y no conseguía adentrarse en aquella inmensidad. Se sentó, nunca pronunció palabra alguna y hasta un poco ensimismado buscaba a la razón, para que le diera sus objetividades servidas en bandeja de plata, se quería evitar el esfuerzo. Seguía planteando en sí los conceptos del fracaso, planeaba su futura imaginaria retirada. No quería dejar su palacio terrenal, su castillo de arena, aunque se derrumbará enseguida lo reconstruía, era costumbre y rutina suya. Aunque parecía, desde lejos, que conquistaría el destino que se le impusiese, su reflejo invertido El agua se convertía en el invierno del mundo y la luna, inteligente, no se asomaba... abogó por el no querer presenciar tal acto humano.

Él tan solo miraba el barquito de papel, dentro estaba ella. Tenía la luz, tenía el calor, estaba a la orilla de lo imposible. Siempre le gustó el mar, el sarborcito a sal, nació para el devenir entre las letras y la fé. Ella seguía creyendo en la subjetividad de la situación, vivía de la esperanza, del cielo. Su inocencia la delataba en la verdad.
Nunca necesitó instrumentos propios de la navegación, su brújula era efímera y nunca había utilizado astrolabios para medir la altura del sol. Ese sol que era tan alcanzable como posible; se sentaba junto a él, lo acompañaba a las 5 de la tarde, por el té antes de irse a la cama. Adoradora de novelas, filosofía y un poco de ficción, a pesar de que prefería mil veces el amanecer desde un folio lejano.

Estaban solos los dos, a la derivaba no se veían testigos ni titiriteros,  no habían maestros de ceremonias, ni dueños de circos cobrando a la entrada. El aire era puro y liviano, quiso ser cómplice fugaz y logró un movimiento en falso que sería tan solo el principio del fin. Brillaron los dos, colisionaron en un perfecto halo de luz la madrugada del Nueve, con réplicas que alcanzaron para cubrir el mes.
Un movimiento en falso fue el simulacro tan cruel, sin anuncio previo para evitarse el  ardor. Lo dicho le ganó a lo escrito, la dialéctica venció a pesar que carecer de lógica y perdón. No valieron las palabras, ni el papel, ni Puntarenas al atardecer. De nada sirvieron los caracteres combinados, los textos confesores no conmovieron a la cobardía invencible, esa que escondía la verdad detrás de la demagogia y la mentira.

Eran las 3:01 de la mañana y el barco estaba tan anclado como condenado. Se hundió en la sequía del valor, de la piedad. Sus metáforas escaparon, hicieron metamorfosis de extinción. Inesperada la caída y sin salvavidas, el girasol le dio la espalda al Sol, enero se adelantó y el cielo la traicionó, la dejó caer vencida.
Desde la costa solo se veía el hundimiento fatal, él construyó de nuevo su castillo de arena y ella nadó en el invierno del mundo hacia la costa de al frente y entre sentimientos prestados, sonrisas fingidas y sensaciones que no alcanzan supremacía, decidió no volver a construir un barquito de papel.

Maricruz Montero M



sábado, 17 de noviembre de 2012

Humana demasiado humana.

Nunca he creído en la salvación innecesaria de algún tipo con esencia de inmortal, que camine con un manual debajo de la manga acerca de como cambiar al mundo. Tan solo he creído siempre en la inmortalidad del cielo y en la supremacía de su inmensidad. Invítame a una tarde allá arriba, donde no se oiga más que dos latidos sincronizados al ritmo de un reloj que se detuvo en el segundo erróneo.

No queda más que la nada, ahora vuelvo a creer en la soledad, en la contradicción, en la absorción, creo en mis libros y en mi felino amigo. Te he mencionado el hecho de que sigo siendo una niña envuelta en aires de mujer que todavía le quedan grandes, te he dicho cuantas veces he muerto en inseguridades al amanecer. Te he contado cuantas madrugadas se han apoderado de mi atención buscando tan solo la próxima vía de escape cuando la dimensión en la que estoy colapse.

En en el fondo tan solo se escucha el piano de la canción de Julia Stone y el negro se empieza a tornar azul, el frío se apodera de a situación, y algún dueño del cielo vendrá a avisar que el sol pronto arribará. Lentamente del celeste al blanco, el movimiento recupera su lugar y me deja a mi absorta en su poder.

Me declaro humana demasiado humana, no pido más amos de la demagogia. Tan solo te pido un movimiento en falso que no me haga dudar por un segundo. Olvídate de cualquier otro cliché, es solo que a veces el Reino Unido está tan lejano como imposible y aquí en esta tierra de meridianos me quedas vos y la nada. Ojala y no te niegues el derecho a sentir culpa y arrepentimiento, ojala y puedas dormirte a las diez.

Intocable la inocencia, tan solo si la ven tus ojos, irreverentes los recuerdos invasores a media noche, irremediable el vacío usurpador. Nos quedamos sin palabras, eran innecesarias. Se me agotaron los adjetivos volátiles, las metáforas expiraron, me dejaste sin tinta.

Al menos no te robaste la esencia del alma pero la oscuridad de tu espíritu fue el que alumbró la debilidad que se escondía detrás de la piel que habito. No manches más el blanco de la pared, no me regales más soledad, ya tengo con la ha venido de visita y ahora es inquilina de un cuerpo. Un cuerpo tan ligado a su alma que cuando se ha visto lastimado siente a flor de piel cualquier rasguño externo. Se debe mirar, mas no tocar. Se deja engañar fácilmente, su sentido de la escucha la hace perder la razón. ¿Y si prefiero viajar al sur? Mejor sería dar una retirada limpia de cualquier asesinato a la escasa razón objetiva que se mantiene en pie.

Los sentidos engañan y entonces esta es la parte de la historia donde te conviertes espejismo de mi memoria, donde habita el olvido y los escritos pasados no son más que siervos esperando un sacrificio. Entre tanto cosmos y solo se ve el mundo interrumpido por las vibraciones que algún día quisieron ser palabras.
 Maricruz Montero M.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El Fin

No hay mayor decepción que inspire mayor pena y la muerte que la de oír un palabras suaves que crean una onda expansiva vestida de estruendo que conlleva al llanto.

Expuesta a la luz, desnuda e indefensa, así me encontraras en el momento y cualquier rastro de orgullo e impertinencia saldrá por la otra puerta. Traicionera la vida y el tiempo y tal vez hasta la ilusión que condena a un alma que siempre pecó de egoísmo y que hoy quiere dar el todo por el todo.

Tal vez el corazón de león se vio afectado por la capa de porcelana que tiene al frente. Delicada la mano al escribir, aunque dentro solo siente el desgarro de la piel contra la piel sin anestesia local . El existencialismo que me ha acompañado siempre lo predijo. Nietzsche se enojó y Schopenhauer dijo que fue la falta de dominio de la dialéctica.

El sacrificio no es grande, tiene dimensiones infinitas y es y será incalculable. Tan solo espero que El Cielo este atento a lo que hace y no sean acciones invalidas sobre las cuales surjan arrepentimientos irremediables. A pesar de ser la arquitecta de las mejores vías de escape, el tiempo no me dio para prevenir una y las mandé al otro lado del mundo. Ni Norwich ni ninguna parte del globo tienen la respuesta o solución a la tragedia que tan solo es porque así quiere ser. Al menos dejé el temor de enfrentar a lo reivindicable.

El silencio siempre fue opresor de las verdades y esta vez no se va a atrever a interponerse en el camino, tan arrepentida como exasperada, admito que esperaba del otro lado un poco más de valentía para enfrentar la situación, por luchar por lo que realmente se quiere al igual que confieso mi propia deslealtad al dejarme influenciar por quienes me habían creado antes un sentir de repulsión. Poner al interogatorio no deseado en marcha para darse cuenta de la traición. Y poniéndolo en la balanza, el poder no lo vale, al menos para mi. Nada es nunca lo que pudo haber sido y por eso se inventó el perdón.

Aunque digas que la decisión es irrevocable, puedo decir que después de este presagio no volveré a callar ni adquirir nada por demagogia. Cuidaré a las raíces que he creado por cuenta propia y no volveré a trasladarlas ni a darles la forma que más convenga. Esta es tan solo es un alma que espera que este no sea el fin... después de todo se vive de la esperanza.
Maricruz Montero M.