Me detuve a mirar el edificio, era un parqueo público, a decir verdad, se encontraba viejo y descuidado, le daba un aire de desolación;
¡perfecto! Algo más que relacionar con lo que estaba sintiendo.
Suraska era una linda galería, la solía visitar. Veía sus vitrinas con gran fascinación.
Me pareció ver algo en el reflejo empañado del vidrio, pero creo que era el espectro de mi pasado, no del tipo vil, era más como el “alma de la desolación” que me perseguía, ya que a pesar de ser joven, había sufrido, y los óleos de esa exhibición eran lo más cercano al desvelo nocturno por el que pasaba.
Ya en el parque decidió hacer una llamada; Entró directo la contestadora, a las diez.
Quedaron de verse, pero la vida ya había decidido, su tren salió a las seis.
Ella, en la banca del parque seguía, con una herida en todo su ser.
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